Mi vocación por la nutrición nació fruto de mi experiencia personal. Durante más de 20 años, me dediqué a la docencia, un entorno que me generaba mucho estrés y ansiedad y que, con el tiempo, acabó por afectarme gravemente. 

Vivir en ese estado de alerta continua me hacía enfermar con frecuencia. Infecciones de todo tipo me hicieron pasar por varios tratamientos antibióticos, y como consecuencia de ello, desarrollé una patología digestiva. Todo lo que comía me sentaba mal, me dolía todo el cuerpo y las infecciones me seguían acompañando a diario. 

Recuerdo que lo que más frustrante me resultaba era sentir que los médicos que me atendían no escuchaban ni comprendían realmente mis síntomas. Me prestaban atención durante 3 minutos y ya me mandaban cualquier medicamento alargando mi malestar sin solucionar nada y sin ni siquiera tratar de entender qué me había llevado a esa situación. 

Ante la falta de respuestas y soluciones, fui tomando las riendas de mi proceso curativo, con la firme convicción de que debía encontrar una salida. 

Mi vida dio un giro total cuando traté mi disbiosis intestinal y cambié la forma de alimentarme. Pude volver a comer, recuperé el peso que había perdido y me volví a encontrar con energía y fuerza para seguir viviendo. 

Hoy, ya recuperada, me dedico a ayudar a otras personas a mejorar su calidad de vida tal como yo hice: buscando el origen de mis problemas, tomando decisiones importantes y cambiando el estilo de vida que me había llevado a enfermar.